Kelvin Doe, El niño que aprendió electrónica en un basural
Es de público conocimiento que en la sociedad de consumo en la que vivimos se generan cada día enormes cantidades de desperdicios tecnológicos que, muchas veces, no son enviados a plantas adecuadas para su reciclado.
De hecho, la mayor parte de esta chatarra termina en grandes vertederos de países africanos y se han convertido en un gran problema para el medio ambiente.
Sin embargo, esta “basura informática” ha servido de sustento para cientos de miles de personas de bajos recursos que aprovechan desde monitores de ordenador hasta viejos teléfonos móviles para vender los metales que forman parte de sus componentes.
Y luego hay personas que lo llevan todo a un siguiente nivel, y son estos enormes vertederos los responsables de demostrar el talento de personas como Kelvin Doe, un joven dispuesto a cambiar la vida en su país.
Kelvin, desde siempre, ha sido todo un pequeño gran ingeniero autodidacta
Kelvin Doe tenía solo 10 años en el 2006, cuando ya se dedicaba a recoger basura en los suburbios de Freetown, capital de Sierra Leona, uno de los países más pobres del África Occidental. Pero no todos sabían que Kelvin hacía algo más que recoger basura.
El niño de 10 años se quedaba prendado de la basura tecnológica que llegaba desde el primer mundo y que consta de televisiones viejas, baterías de coche o juguetes infantiles con electrónica sencilla. Fue la basura de cobre, silicio y plástico barato lo que despertó en él un instinto creador y un talento descomunal.
Mientras buscaba entre los restos, se iba topando con objetos que lo fascinaban. Entonces, los rescataba del vertedero y los combinaba. De manera improvisada creaba artefactos mientras leía algunos libros de ingeniería básica que conseguía en la biblioteca antigua de la comunidad. Y fue esa curiosidad inicial la que dio paso a una fascinación sin retorno.
Hoy podemos ver a Kelvin con saco negro a la medida, pantalón a tono y zapatos relucientes
«La comunidad tenía un problema», cuenta Kelvin en su conferencia en Buenos Aires, invitado por la fundación Cimientos. «Era imposible transferir la información de un lado a otro y yo lo quería resolver». Lo que se le ocurrió, con solo 14 años, fue crear una emisora de radio que, al poco tiempo, se convirtió en un punto de encuentro.
Durante Innovate Salone, un desafío nacional de innovación que se realiza en las secundarias de Sierra Leona, David Sengeh, estudiante de doctorado del Instituto Tecnológico de Massachusetts, se dio cuenta de que Kelvin se trataba de un joven adelantado y autodidacta.
David no lo pensó dos veces. Invitó a Kelvin a contar su historia a estudiantes e ingenieros de distintas puntos de Estados Unidos. Y con apenas 17 años -el más joven en la historia- participó de su programa de visitantes.
Pocos meses después, el joven recibió la propuesta para liderar un proyecto que buscaba establecer una red de paneles solares con wifi para llevar electricidad a los sitios más recónditos de su país.
Hoy, con 21 años, Kelvin dice «Todos podemos hacer un cambio. Cuando empecé no tenía recursos. Me tuve que impulsar a mí mismo. Mi mamá es la razón de mi inspiración. Quiero volver y ayudar no solo a ella, sino a toda mi comunidad».
Alabo la inventiva de este joven africano para hacer cosas maravillosas para su pueblo a base de desperdicios. Pero también critico severamente a los países del «primer mundo» que utilizan a los países pobres, no solo de África, para convertirlos en vertederos de basura tóxica y muy contaminante como: los artefactos electrónicos, electrodomésticos, vehículos, basura, residuos radioactivos de sus centrales nucleares y has excrementos para, supuestamente ayudar a los países de menor desarrollo. En realidad se están deshaciendo de sus enormes subproductos altamente tóxicos provenientes de su mal llamado «desarrollo» que genera externalidades muy peligrosas para ellos y, productos del consumismo, obsolescencia y otro paradigmas que están destruyendo el planeta, pero que las derivan a otros países. La ONU ya debe prohibir esta costumbre tan perjudicial para nuestros países. Si ellos generan esa enorme cantidad de residuos altamente tóxicos que los reciclen y almacenen en sus países.